lunes, 11 de octubre de 2010

Mirar fijo


Desde hace mucho tiempo he tenido el extraño hobby de quedarme lelo viendo un punto fijo en el espacio en el que estoy sin importar la hora ni el momento, no importa incluso si estoy acompañado o si estoy solo, aunque en soledad soy más vulnerable.

Desde el momento en el que me di cuenta que hacer esto no era algo común para mucha gente comencé a esconder, con algo de dificultad en los primeros momentos, este hobby que se convierte en vicio cuando quiere. Pero desde hace unos cuantos años para acá he aprendido a lidiar con él hasta el punto que he sabido cómo sacar provecho de los momentos en los que me quedo “pegado” viendo un punto desenfocado en el horizonte más cercano a mí, ya sea en el por puesto bullicioso o en el mar de murmullos del metro de mi ciudad (Caracas).

Los días lluviosos son especiales para practicar, solo me siento en algún sitio donde pueda ver la lluvia caer y ya está. Los segundos comienzan a avanzar más lentamente, sientes que todo a tu alrededor se calla la mente comienza a ir mas y mas deprisa convirtiendo en una larga y fructífera vida cada uno de esos segundos que permaneces aislado. Esos segundos son pequeñas vidas para mí para que me deleite viendo el reflejo de mis ojos paralizados en las deformes y cristalinas góticas que caen desde el cielo gris.

Las noches iluminadas ya sea de arriba o de abajo también son muy buenas y si te acompaña una botella de vino y un sentimiento anudado pues mejor aun.

Cada vez que esto sucede me siento extraño y cada vez que el lapso termina y vuelvo a ver las cosas como debería verlas no puedo evitar sonreír y decirme sin mover los labios pero con un tono tan fuerte como la misma llovía o la misma noche; “Jon cada vez estas más loco” y cierro el telón con un parpadeo fuerte y un respiro vigoroso como que si todo ese tiempo que estuve en trance no hubiese estado respirando pero aun así no fueron sino unos pocos segundos, unos segundos para mi, unos segundos para mirar fijo.

sábado, 9 de octubre de 2010

Cazar algunas palabras

Es domingo por la tarde, una tarde muy soleada, es un poco más de medio día cuando el sol se mete por todos lados, ¿sabes? como si las partículas de luz fueran moléculas de agua que por doquier se escabullen  hasta forzarte a abrir los ojos con lentitud para no rostizar tus pupilas y averiar tu cerebro,  bueno… no sé por qué pero siempre abro un ojo primero que el otro y este resulta ser siempre el izquierdo (detalle curioso) y me doy cuenta, mas por el silencio que había que por lo que podía ver por mi aun dilatada pupila izquierda, que aun todos dormían.  Nunca logre entender como mi familia podía dormir hasta 24 horas seguidas cuando yo apenas podía conciliar el sueño.

La noche anterior había estado leyendo un poco de ciencia ficción y mi mente quedo volando entre planetas recientemente colonizados y los sueños humanos de volver a la tierra y eso sumo puntos a favor de la causa del insomnio. Yo sí, yo tenía un porque,  pero el resto de los que habitan bajo mi mismo techo no, recuerdo muy bien cuando se fueron a la cama todos a la vez como si de un toque de queda se tratase a las 9pm mientras yo quedaba acompañado del autor en mi cuarto, a poca luz, despierto con los ojos fijos en el delgado papel del grueso libro descifrando palabras y descubriendo nuevas realidades.

El sueño me tomo por sorpresa a mitad de un viaje a la velocidad de la luz entre dos galaxias, una de ellas completamente desconocida para el hombre y la otra completamente destruida por el mismo, y me di cuenta de que había sido así cuando al medio día de este domingo soleado intentaba abrir mi ojo izquierdo tratando de regular la cantidad de luz, esa luz que entraba y pegaba en las paredes de mi cerebro. Trate de reconocer, en el mismo periodo de tiempo que abría el ojo, las demás partes de mi cuerpo. Mi boca seca y un poco adolorida por la mala posición, mi cabeza y cuello en la misma condición que mi boca pero con un dolor más profundo, mi pecho que sin quererlo se expandió con fuerza para lograr la primera bocanada consciente de aire del día con un suspiro grandioso de uuhff  “aun estoy vivo”, mis brazos en una posición nada ergonómica como si tratasen de proteger algo y en mis manos la razón de la posición, el libro, con algunas, por no decir todas, las delgadas paginas dobladas en la esquina superior.

No hizo falta reconocer mis piernas pues al tratar de darme vuelta golpee una de ellas contra una de las paredes frías y blancas que forman mi cuarto y el dolor hizo el trabajo, y al final del reconocimiento logre abrir mi ojo derecho para así tener algo de visibilidad en 3 dimensiones de donde estaba y el porque del silencio.

Todos durmiendo, no hacían ruido alguno y por un momento pensé,! que bien! mi sueño se hizo realidad al fin lo he logrado, al fin detuve el tiempo, pero un sobresalto noctambulo de mi abuela me destruyo la ilusión. Aun así pensé esta era una excelente oportunidad y corrí al baño (no sin antes presionar con fuerza el botón de “power” de la computadora para darle su tiempo de despertar), lave mis dientes con esmero aunque el cepillo de dientes ya ameritaba un cambio, lave mi cara, me quite los rastros de inconsciencia de las horas anteriores y al finalizar el ritual de aseo personal exprés corrí de vuelta a la computadora para escribir algunos pensamiento y aprovechar el silencio para cazar algunas palabras, más o menos así se crea este blog, más o menos así comienza la temporada de caza. Tratare de tener buena puntería. Feliz Casería